Científicos Instalaron una CAMARA en un Ataúd y lo Que Grabo los Hizo Gritar de Horror
Todo empezó cuando un grupo de científicos decidió instalar una cámara dentro de un ataúd como parte de un estudio sobre procesos postmortem. Lo hicieron con autorización legal y con el cuerpo de Gabriel, un joven que acababa de morir en circunstancias que, según los médicos, no tenían una causa clara.
Había sido encontrado sin vida por su hermanastra y aunque tenía una leve condición cardíaca, no parecía suficiente para explicar su muerte. La familia decidió no hacer la autopsia por respeto a su voluntad y porque él siempre había dicho que no quería que lo tocaran después de muerto. Por eso, cuando Lucía, su hermanastra, ofreció su cuerpo a un proyecto de investigación médica que no implicaba intervenirlo, los científicos aceptaron.
La cámara fue instalada el mismo día del funeral y la idea era dejarla funcionando durante algunas horas para registrar cualquier reacción corporal fuera de lo común.
A las siete de la noche, uno de los técnicos encendió el monitor para revisar la señal y lo que vio lo dejó en shock. Gabriel no estaba quieto, se movía, aunque con dificultad, como si intentara salir. Al principio pensaron que era un fallo del equipo o una reacción muscular, pero cuando lo vieron girar la cabeza y mover los dedos, todos entraron en pánico. Nadie decía nada, solo miraban la pantalla con los ojos abiertos.
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