Celebridades-En La Vida de los Artistas
Por Freddy Oyola Barcelo
Canal TV Series
Para las fiestas patronales de Aracataca de 1978, no había acordeonero o intérprete del vallenato que se atraviese a plantarle tema a Juancho Polo Valencia. Fue la sensación de esas festividades, aunque todos se lamentaban por la forma descontrolada como el apreciado juglar tomaba con desprecio su propia vida en cada sorbo de licor.
Carmen Carmona la esposa de Sebastian narra: “Sabíamos que estaba en Aracataca por las noticias de la radio. Pero él se había ido una semana antes sin decir a donde iba. Por eso, cuando llegó ese 21 de julio a las diez de la noche, no nos causó impresión, aunque mandó a llamar a Sebastián enseguida”.
Juancho llegó silencioso, estaba sobrio, pero se le notaba agitado y preocupado. Se instaló en su habitación frente a la casa de su hijo y lo mandó a llamar con uno de sus nietos.
Sebastián llegó a la casa a las dos de la mañana y se acostó. No quiso molestar a su padre y pensó: “Mejor le cuento mañana que me fue muy bien”, relató. A las cinco en punto de la mañana Carmen Carmona despertó a Juan, uno de sus hijos, y le puso una enorme taza de café tinto caliente en las manos: “Vaya y llévele a su abuelo”, le ordenó. El joven cuenta que llamó varias veces al anciano, pero no recibió la respuesta acostumbrada: “Ya va, ya va”. Preocupado, empujó la puerta de madera, que estaba asegurada al marco por un lío de alambres entorchados y metió su mano hasta alcanzar la punta de la hamaca, en la que sobresalían los pies de Valencia y la empujó. “Mami, mami, mi abuelo está muerto, porque esa hamaca está muy pesada y él no se mueve ni responde”, le dijo angustiado el joven a su madre.
Andrés Pérez, el guacharaquero de Sebastián, escuchó al niño y atravesó corriendo la calle sin pavimentar que separaba la habitación del juglar con la casa de los Polo en esa invasión. “Le pegó una patada a la puerta y la hizo volar. El viejo estaba muerto en su hamaca. Serenito, como si estuviera durmiendo.
Edgardo de León regaló el cajón y fue enterrado en una bóveda prestada a los dos días de su muerte, en medio de una gran multitud.
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